Continuamos camino y lo primero para desayunar una cuestecita para hacer boca y calentar músculos.
Paramos en un bar a desayunar ese día se presagiaba tranquilo, la marcha era tranquila, los gallegos ya tenian la morriña de la tierra y de las novias.
Comimos en Baamonde un delicioso churrasco.En este trayecto vimos las primeras rectas de mas de 500 metros en Terra Chá ( provincia de Lugo) las cuales a veces se hacían interminables con sus toboganes.
Llego mi primer pinchazo después de 800 y pico kilómetros, un "pequeño" tornillito perdido por el camino
La llegada a Sobrado dos Monxes se nos hizo larga, sobre todo a mi Dulcinea que acusaba el palizon de la jornada anterior, en varios momentos se hubiese parado pero entre ellos y yo la animábamos a continuar.
Por fin la llegada al pueblo y al bonito albergue, un monasterio
Cuya historia esta aquí
Un precioso lugar para el descanso.
Nos acomodamos en el albergue ,lavamos la ropa y nos duchamos,al salir de las duchas oímos como nos decían: " si son los manchegos" al volvernos descubrimos a los dos peregrinos que habíamos visto en Valencia y que habían comenzado el camino desde Santander, Los habíamos pillado,( o habíamos ido muy deprisa o ellos muy lentos) recuerdo que al pasar por Santander nos habíamos acordado de ellos pero ya les hacíamos en Valencia.
Nos contamos un poco la aventura del camino y al terminar visitamos el monasterio. Vimos la replica de la catedral de Santigo,las tumbas y las pinturas, paseamos por sus jardines.
Decidimos ir a cenar a un bar situado al lado del albergue donde nos comimos un arroz con calamares estupendo regado con unas cervezas y unos chupitos. todo muy bien , casa Tato creo que se llamaba el bar, estupendo sitio. Un saludo para la camarera y cocinera.
Apareció el madrileño que habíamos perdido de vista cerca de Cudillero, nos saludamos y comentamos el camino, se sentó junto a nosotros y brindamos por el camino.
Nos fuimos al albergue ya que a las 10 cerraban.
A las 22 horas subió el monje Pablo y nos apago las luces.
Esa noche los gallegos creo que no durmieron soñando con la llegada a Santiago.
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